✔️ 🟢 La casa de los abuelos, el inicio de nuestros hábitos alimentarios.

Además, historias sobre el barrio (actualmente muy cambiado), anécdotas sobre sus vecinos, a qué jugaban, qué hacían en aquellos momentos y sobre todo, recordar aquellos banquetes en las reuniones familiares, donde cada vez es más difícil replicar, debido al ajetreo actual de los integrantes de la familia y la inevitable ausencia de otros.

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En el peor de los casos, quizá los abuelos ya no estén, por lo tanto, eso es lo que queda, solo gratos recuerdos e historias, sin embargo, además de la huella sentimental que te dejan, voluntaria e involuntariamente también te dejan hábitos alimentarios, directa o indirectamente a través de tus padres.

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Quizá no te des cuenta, pero esos hábitos han marcado la pauta de lo que eres hoy, tu forma de guisar, tu manera de comer, los alimentos que evocas como gratificantes, recordando quizá, aquellos momentos que viviste en la infancia cuando visitabas a tus abuelos, en fin.

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Sin duda alguna, uno que otro de estos hábitos alimentarios sin darte cuenta, te puede estar afectando actualmente en tu salud.

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Estoy convencido que más que genes, nuestros problemas por los malos hábitos alimentarios, los heredamos de nuestros padres y ellos a su vez, de nuestros abuelos.

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Para que quede más claro, te voy a platicar una historia, que honestamente no recuerdo dónde escuché o quién me la platicó, e incluso quizá, ya la haya contado en algún otro artículo, es la siguiente:

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Había una niña que estaba en la casa de los abuelos junto con toda la familia ayudando a hacer los preparativos para la cena navideña (o más bien, aprendiendo hábitos alimentarios).

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Observando detalles, vio que la mamá partía aquella gran enorme pierna de cerdo en dos partes, la niña, con la referencia de las caricaturas o películas, recordando la pierna en la mesa familiar, pero en esas escenas, la pierna se ve completa, por lo tanto, se pregunta, bueno ¿Por qué aquí la partimos?

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Se le ocurrió preguntarle a su mamá, - oye mamá ¿por qué parten en la pierna? -, la mamá se queda pensando, buscando la respuesta que evidentemente nunca se hizo y por lo tanto no tenía la respuesta, decidieron preguntarle a la abuela, - oye abuela ¿por qué partimos la pierna? -, la abuela se queda pensando, analizando y recordando también que desde su infancia lo hacían y se acordó.

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Ah ya sé - dice la abuela - es que, en aquel entonces, los hornos eran muy pequeños y no cabía la pierna completa, por lo tanto, teníamos que partirla en dos pedazos para meter una parte y después la otra.

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¿Te das cuenta cómo se van inculcando hábitos disfrazados de costumbres?

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Sin cuestionar el por qué se hace, simplemente, porque así se ha hecho toda la vida, actualmente los hornos ya son lo bastante grandes como para que quepa la pierna completa, pero se quedaron con esa vieja costumbre o hábitos alimentarios.

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Entonces, espero que este ejemplo te haya ilustrado sobre a qué nos referimos con la herencia de hábitos alimentarios.

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Dichos hábitos, también pueden reflejarse en nuestra forma de guisar, por ejemplo, el agregar demasiado aceite para que no se pegara la comida en el sartén, cuando eran sartenes que evidentemente no tenían la tecnología que tienen en la actualidad, por ello, si compras sartenes, ya no se requiere de tanto aceite, pero bajo la misma costumbre o hábitos alimentarios, se sigue guisando igual, cuando ya no es necesario hacerlo de esa manera.

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Ahora bien, hablemos de ¿Cómo te puede afectar este tipo de herencias o hábitos alimentarios heredados? que, como mencionamos anteriormente, marcan la pauta de lo que eres hoy.

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Quizá ya eres una persona adulta, donde tengas todavía la fortuna de tener a tus abuelos vivos y poderlos visitar, pero lamentablemente es poco probable que eso ocurra, sin embargo, evocas aquellos gratos recuerdos de la infancia cuando te cuidaban los abuelos, quizá también de tu adolescencia, cuando pasabas esos momentos de gozo y convivencia familiar en casa de los abuelos.

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Por añoranza, tratas de emular aquellos guisados que se preparaban, igual hasta con la dicha de tener la receta de la abuela y hacerlo tal cual ella lo hacía, inconscientemente, este tipo de evocaciones al pasado, pueden ocurrir en momentos de tensión y estrés, como una salida para relajarte o estar feliz en momentos difíciles, estresantes o tensos (algo sumamente común en la actualidad).

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Quizá como decía, ya no están los abuelos, pero sí pueden estar aquellos recuerdos, dónde, para compensar la ausencia de ellos, nos excedemos en lo que sí tenemos disponible.

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Por ejemplo, quizá el abuelo llevaba a su nieta al parque a pasear y le compraba un helado, esos recuerdos gratos se quedan impregnados como tatuajes mentales y cada vez que esa niña, ahora adulta, siente tristeza, tratará de regresar aquellos momentos agradables donde seguramente ya no esté el abuelo, pero siguen estando los helados, por lo tanto, para tratar de vivir nuevamente esos gratos momentos, esa adulta, muy probablemente, abusará del helado como una opción o salida para tratar de encontrar o vivir un instante más aquella felicidad que la vida y los años se llevó.

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¿Te das cuenta de lo peligroso de haber heredado esos hábitos alimentarios?

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Sobre todo, el seguirlos haciendo de manera inconsciente, por ello te recomiendo que si tomas esa herencia de hábitos, como una salida para relajarte y “ser feliz”, quizá te convenga tratar de buscar otras alternativas para lograrlo, incluso, inculcar nuevas tradiciones y hábitos a tus descendientes (si es que ya los tienes), incluso éstos pueden ser un poco más saludables.

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Por ejemplo, dejar de asociar todos aquellos momentos de felicidad con comida, procurando cambiarlo quizá, con hacer una actividad física en familia, ir a pasear a un parque, salir de vacaciones o a un pueblo mágico cerca de tu ciudad, ir al cine o al teatro, etc.

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A lo que voy, es que sería más saludable dejar de asociar todos los momentos alegres con comida.

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No quiere decir que la comida deje de ser un placer en convivencia, pero sí evitar que se vuelva la única solución o alternativa para sentir gozo, felicidad y placer, asociando esos sentimientos con comida.

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Por ejemplo, en cualquiera de las alternativas que mencioné, podrías decir “oye pero vamos a comer si vamos al parque”, sí, evidentemente van a comer, pero ya no se asocia cómo acto principal la comida, ya es un acto secundario.

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Es decir, si vas a un parque o reserva natural, vas a recordar el paseo a caballo, o cómo se cayó la tía Lencha en la cuatrimoto, como se atascó el coche cuando se quedó en un lodazal luego de que la lluvia que les cayó de repente y todos tuvieron que bajarse a empujar, o incluso, los juegos que pusieron para pasar la tarde, en fin, espero me comprendas el punto al que voy.

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Por todo lo anterior te invito a reflexionar si tienes alguno de estos malos hábitos alimentarios heredados de tus abuelos y si es así, lejos de reprocharles, toma conciencia y evita repetirlos o peor aún, evita heredarlos a tus hijos y quédate con esos gratos recuerdos y momentos alegres de dicha y felicidad que pasaste con ellos.

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Agradece las cosas positivas que efectivamente son parte de lo que hoy eres, fuiste y serás, pero recuerda que también tienes el derecho y obligación de modificar lo que haga daño a tu salud y bienestar, sin importar si éstas situaciones se originaron desde la casa de los abuelos.

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Si entre estas herencias negativas te encuentras con algunos malos hábitos alimentarios, te invito a que te orientes con Nutriólogos o Bariatras, que mejor que sea en Sbel-T Forever, donde te ayudaremos a comer todo lo que te gusta, incluso aquellas herencias culinarias que te han hecho daño, pero consumiéndolas en una forma que dejen de hacerte mal.

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Por: Mtro. en Nut. Oscar M. Alanis

CEO Sbel-T Forever

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