✔ 🟢 ¿Qué es mejor, dejar de comer, o saber qué comer para el tratamiento de una enfermedad?
¿Qué es mejor, dejar de comer, o saber qué comer para el tratamiento de una enfermedad?
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No cabe duda que muchas de las enfermedades que actualmente se proliferan en nuestra sociedad, tienen que ver con la calidad de nuestra dieta habitual, ya sea por excesos o carencias, pero, en cualquier caso, fueron originadas por una mala alimentación.
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Por ello, el tratamiento de una enfermedad de éstas características, más que atacar los efectos, signos o síntomas, es evitar la causa que la origina.
Sin embargo, cuando sabemos que una persona está enferma, muchos médicos lamentablemente suelen minimizar la causa para disminuir o dar un tratamiento a los efectos derivados, por los cuales al paciente le generó tal incomodidad, que decidió acudir al médico.
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Por ejemplo, si te duele la cabeza, el tratamiento consistirá en aliviar ese dolor, sin cuestionar el ¿por qué duele la cabeza?, siendo que la causa de ese dolor de cabeza, proviene seguramente derivado de un ayuno prolongado, por poner un ejemplo.
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Si te das cuenta, en el ejemplo anterior del “simple” dolor de cabeza, la causa fue por una carencia alimentaria que se solucionaría comiendo lo adecuado en tiempo y forma.
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Es así como normalizamos el tratamiento de una enfermedad, mediante pastillas que puedan quitar la incomodidad, ya sea, dolor, inflamación, infección, descompensación, etc.; en el mejor de los casos, sin importar cuál sea el padecimiento, algunos médicos suelen limitarse a recomendar algunos cuidados en la alimentación de su paciente.
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Ciertamente, es en este punto donde me quiero adentrar cuando hablamos del tratamiento de una enfermedad y la efectividad de las recomendaciones alimentarias que el médico o personal de salud suele darle de manera genérica al paciente.
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Dichas recomendaciones suelen ser tan genéricas que, básicamente se limitan a prohibir algunas cosas en general, destacando el clásico “no coma grasas, nada de carnes rojas, evite el azúcar, incremente la fibra, coma muchas frutas y verduras, etc.”
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Prácticamente lo que dice la leyenda de los comerciales de alimentos “coma frutas y verduras” o “coma bien” o “coma más sano”
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Entonces aquí es donde podríamos responder a una de las preguntas iniciales, ¿Es mejor dejar de comer para el tratamiento de una enfermedad?
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Evidentemente como respuesta de “bote pronto” podríamos decir que sí, sin embargo, dicha respuesta dependería del tipo de enfermedad que se quiere atacar, es aquí donde, muchas ocasiones, sin importar la enfermedad, el médico, enfermera o nutriólogo le da una larga lista de alimentos que suelen prohibir o evitar para salir lo antes posible de esa condición en su deficiente salud.
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El gran problema que veo en esto, es que nunca se le aclara al paciente ¿cuánto tiempo debe hacer una dieta con dichas restricciones?, si bien le va, se suele asumir que el tiempo va a ser hasta que se sienta mejor, y esto puede ser desde unas horas, días o a lo mucho algunas semanas, la incertidumbre que genera esto para el paciente será desconocer ¿Y luego qué?...
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Por lo que el resultado obvio ante esta duda es regresar a comer de la forma que comía previamente a haber ido al médico, llevando una vez más a ese mismo paciente al estilo de vida que le causó la enfermedad tratada (de manera temporal), siendo que la causa de ésta fue precisamente su forma de comer.
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Por otro lado, yo estoy convencido que, parte de satanizar a las dietas o la comida saludable por la sociedad, es por este tipo de recomendaciones genéricas ante cualquier padecimiento, lamentablemente en muchos casos extremas donde prácticamente TODO ES PROHIBIDO, insinuando a que así deben ser las “dietas saludables”, por ello a las personas por lo general, no les gusta hacer dietas.
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Para que quede más que claro el punto anterior, vamos a ver un par de ejemplos clásicos.
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Diabetes Mellitus II
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Imagínate que un paciente con Diabetes (obviamente descontrolada), acude con su médico de confianza por sentirse mal, derivado de las descompensaciones de irse a los extremos entre los niveles de glucosa elevada (hiperglucemias) y los niveles de glucosa bajos en sangre (hipoglucemia), le hacen su prueba de laboratorio y evidentemente confirman que tiene niveles elevados, digamos unos 300 mg/dl.
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La solución en este caso del médico consistirá en darle medicamentos o insulina para bajar esos niveles de glucosa en sangre elevados, además le prohibirá todos aquellos alimentos que, según el médico y a su criterio (a veces sin preparación adecuada en este sentido) le suben la glucosa (de entrada, él le dirá “azúcar”), desgraciadamente para el paciente, entre éstos alimentos prohibidos está todo lo que le gusta y evidentemente suele comer en exceso.
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Para “mala fortuna” en este caso, nos encontramos con un paciente consciente y sigue totas las restricciones o prohibiciones que el médico le indicó, por lo que, esos niveles elevados, lógicamente bajarán de manera súbita, generando ahora otro problema, la descompensación por las hipoglucemias que se va a cargar el paciente, debido al extremo de las restricciones aunado a una sobre medicación (recuerda que estaba a 300 mg/dl cuando lo normal debiera ser entre 70 a 99 mg/dl).
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Como consecuencia, ese paciente se siente mal y decide mejor regresar a comer como antes, es decir, cuando mantenía niveles de 300 mg/dl, ya que “se le bajó el azúcar” y ya sabe que, al comerse nuevamente algo de lo que le prohibieron, se sentirá mejor, llevando al paciente a un círculo vicioso de extremos donde difícilmente tendrá un control adecuado de su enfermedad.
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Otro caso similar es el de la hiperuricemia o ácido úrico elevado.
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Resulta que el paciente de igual manera se siente mal, le duelen las articulaciones, se cansa muy fácilmente y al acudir al médico con su prueba de laboratorio, le dicen que tiene el ácido úrico y la urea elevada, por lo que el clásico tratamiento de una enfermedad como esta es, además del medicamento, recomendaciones genéricas de eliminar las carnes rojas, algunos tipos de pescado y verduras de hojas verdes, bebidas alcohólicas como la cerveza, etc.
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Evidentemente esos niveles elevados, bajarán a las pocas semanas de haber iniciado el tratamiento, sin embargo, jamás se ocuparon de abordar el origen o causa del ácido úrico y la urea elevada, siendo que al paciente le encanta la carnita asada cada fin de semana de futbol junto con sus cervezas, pero la consume en exceso y justamente, cada fin de semana.
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Claramente, durante el tratamiento, sufre tanto por no comer su tradicional carnita asada con sus cervezas, ya sea viendo el partido o conviviendo con el resto de su familia; es más, posiblemente la familia lo apoye y deciden comer pollo en vez de carne, para solidarizarse con el “soldado caído” y todos hacer su parte de sacrificio por ese integrante de la familia.
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Lo lamentable de éstas prohibiciones es que, una vez que se siente mejor o las pruebas de laboratorio dan evidencia de que ya está su urea y ácido úrico en niveles normales, regresará a comer carnita asada en exceso junto con sus “chelas” como cada fin de semana, derivado de que nadie le dijo ¿Qué hacer después?, evidentemente más temprano que tarde, regresará su condición de hiperuricemia.
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Si te fijas bien, en ambos ejemplos, podemos apreciar al clásico abordaje ante cualquier tratamiento de una enfermedad que requiera PROHIBICIÓN de alimentos, pero dichas prohibiciones no serán permanentes (al menos no para el paciente) ya que no se aborda la causa, en la cual no fue ningún alimento en particular, más bien los excesos de uno o varios de éstos.
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Esto alimentará un gran círculo vicioso del cuál será difícil salir, es más, el mismo paciente para ahorrarse la consulta del médico, se auto prescribe tanto el medicamento como las recomendaciones alimentarias hasta que se sienta mejor y pueda “comer normal” otra vez.
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Ahora vamos respondiendo a la segunda pregunta entonces ¿Es mejor saber qué comer para el tratamiento de una enfermedad?
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Pues igual que la anterior respuesta, de “bote pronto” también te diría que sí, sin embargo, aunque se le facilita más al paciente saber lo que sí puede comer y no una larga lista de lo que no puede comer y, por ende, genere más antojo y ansiedad, tampoco lo sugeriría y te explico por qué.
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El asignar la cura del tratamiento de una enfermedad a unos cuantos alimentos específicos, dará pauta a que la persona se “encasille” en comer solo esos alimentos, dando la percepción de que “se cuida mucho”, el riesgo de esto, es que podría derivar en desarrollar otras enfermedades ya sea por el exceso o carencia de nutrimentos del alimento “permitido” que no viene en dicho alimento.
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Para poner un ejemplo y quede más claro éste punto, en una ocasión, una paciente me estaba presumiendo que era vegetariana, y se hizo así a raíz de que se enfermó del ácido úrico (hiperuricemia) y su doctor le recomendó una dieta vegetariana para curarse (justamente como los casos anteriores, las restricciones en exceso), evidentemente se sintió mucho mejor a los pocos días, y decidió seguir con ese estilo de vida, pero sin la orientación adecuada, incluso ya ni regresó a su consulta de seguimiento con el médico que le prescribió ese tipo de dieta.
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Hasta el momento suena genial ¿no crees?
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Pues no te creas todo lo que te digan, por muy maravilloso que sea, ya que el irse de un extremo a otro, de los alimentos permitidos, lamentablemente se generó anemia y diabetes, ya que, al suprimir los alimentos de origen animal, no tenía saciedad tan fácilmente, por lo que abusaba de las pastas, el pan, los jugos y frutas, al grado de comerse prácticamente todos los días una sandía completa, por otra parte, la anemia se dio porque no consumía la cantidad adecuada de hierro y casualmente a diferencia de los estereotipos de una persona vegetariana, también tenía obesidad mórbida.
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En este caso, lo considero más grave aún, ya que, por evitar una enfermedad que puede ser temporal como es la hiperuricemia, ahora se generó una enfermedad permanente como la Diabetes; todo por la falta de orientación en estos extremos que estamos hablando de prohibiciones y permisiones.
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Por otra parte, el enfocarse en alimentos permitidos o que se deben comer o tomar como tratamiento de una enfermedad, abre la puerta a muchos mitos e incluso charlatanería para vender algo como un remedio milagroso o mágico.
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Esto nos lleva a decir o recibir recomendaciones de personas no calificadas para hacerlo, ya sea de la vecina de la esquina, la comadre, o la del puesto callejero, viendo como ejemplo para comprender esto con más claridad un puesto de jugos, que para la gastritis, para el estreñimiento, anticolesterol, para la diabetes, para bajar de peso, etc.
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Imagínate la cantidad de errores alimentarios y en exceso en los que podemos incurrir, solo por confiar en la persona que prepara y vende esos jugos milagrosos, sin ninguna evidencia de capacitación profesional en el tema, por lo que, además de confiar, los estaremos consumiendo en mayor frecuencia, periodicidad y cantidad, pensando incluso en que, “entre más tome, más rápido me curo”.
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Y para nada sugiero que no sean malos los jugos, de alguna manera, tiene cierta lógica, por eso es que la gente se siente mejor luego de comenzarlos a tomar, el punto aquí es no casarse con la idea de que únicamente el jugo “me va a curar”, más bien es el balance y la cantidad adecuada de nutrimentos los que van a hacer esa función.
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Por poner un ejemplo, venden un “jugo digestivo” que, entre otros vegetales contiene papaya y piña, la cual a su vez, éstas frutas contienen enzimas digestivas como la papaína y bromelina respectivamente, los cuales podrías consumir sin necesidad de hacerlos jugo, simplemente comer un poco de fruta picada y listo, brindando mucho mayor beneficio y mayor saciedad al consumirla de ésta manera.
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Por consiguiente, el riesgo insisto, es que consumirás en el jugo los mismos nutrimentos pero en exceso y sin fibra, llevándote al riesgo de generar otras enfermedades como la diabetes, dislipidemia, obesidad, entre otras.
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En conclusión, ningún extremo es bueno, ya que en ninguno de los casos mencionados se atacó la causa de la enfermedad, ni mucho menos se abordó el tratamiento adecuado a éstas.
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En el tema que nos compete en este blog, sucede lo mismo con las dietas para bajar de peso, el irse de una dieta extrema con todo tipo de restricciones, a de plano no hacer ninguna dieta formal con todo tipo de permisiones, solo estaremos alimentado ese círculo vicioso de bajar y subir de peso una y otra y otra vez.
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Por ello, en cualquier caso, o enfermedad cuyo tratamiento o causa sea la mala alimentación, acércate con los expertos que trabajen bajo ese criterio de no irse a los extremos y mejor que eso, te indiquen las cantidades adecuadas que deberás comer de tus alimentos favoritos en el contexto de una dieta sana y equilibrada, con el fin de que no te afecten en tu salud.
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Por lo tanto, te hago la invitación y el compromiso de que, con nuestros especialistas en Nutrición y Bariatría de Sbel-T Forever, trabajamos bajo esa regla de comer de todo de la manera adecuada y de acuerdo al padecimiento, podrás erradicar la causa del mismo, sin placebos y sin palear la situación para que “alguien o algo más lo resuelva e otro momento”.
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Te brindamos las herramientas, orientación y hábitos adecuados para que aprendas a controlar tu enfermedad si ésta depende de la buena o mala alimentación.
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Por: Mtro. en Nut. Oscar M. Alanis
CEO Sbel-T Forever
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